Como tantas veces había hecho de niño. La besa y con suavidad la retira de su abrazo. Busca su mirada transmitiéndole todo su cariño y suplica su perdón por lo ocurrido.
Ella sonríe, le reconforta el beso diario de su hermano, lo mira, se pierde en sus bellos ojos azules. Cuando eran niños su mirada le recordaba a la mar, tan tranquilizadora. Pero ahora no ve más que dolor.
Su madre los ve desde la puerta de la habitación sufriendo el dolor de los dos. La caída en aquel árbol les cambió la vida...
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