sábado, 3 de noviembre de 2012

MALDITO TABACO


Cada vez que Carmen subía por la calle “La Vega”, maldecía esa costumbre malsana que
tenía desde hace muchos años.
            Su intento por dejar ese vicio que la había atrapado en sus redes, fue en vano. No había chicles de nicotina, parches, caramelos, libros e incluso guardar el dinero para comprarse un capricho como la habían aconsejado, que pudiera despegarla del sabor de una calada al tiempo que se  tomaba un café. Ver salir el humo de su boca suavemente, incitándola a jugar haciendo coronitas la relajaba de una manera especial.
            Pero a cada paso que daba por la cuesta de la dichosa calle, Carmen se decía.- Maldita sea, tengo que conseguir dejar esa mierda.

            Después de un domingo de saborear cigarro a cigarro, decide que el día siguiente sería ese día especial, donde ganaría el pulso al dichoso tabaco. Durante un mes con gran esfuerzo deja de fumar diecinueve cigarros de veinte que solía fumar diariamente. Un dichoso cigarro, el de las seis de la tarde, le recordaba que estaba fracasando y decide que esa semana va a fumar hasta reventar.
            Durante siete días fumo, fumo y fumo hasta que llegó asquear el tabaco, después no fumo ni un cigarro más, cada vez que pensaba en el cigarro le daba arcadas. Soñaba que un monstruo en forma de humo la perseguía cada vez que ansiaba volver a fumar, pero con el tiempo ese monstruo se fue empequeñeciendo hasta desaparecer.

           

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